Quito, 2 de Julio del 2025.
Ecuador aprueba una controversial ley de inteligencia que permite la intercepción de comunicaciones sin orden Judicial.
El gobierno de Ecuador aprobó una nueva Ley Orgánica de Inteligencia que otorga a las autoridades la facultad de interceptar comunicaciones y acceder a información de telecomunicaciones sin la necesidad de una autorización judicial. Esta legislación ha generado un intenso debate en el país, pues diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos y expertos en privacidad han manifestado su preocupación sobre las posibles implicaciones para las libertades individuales y la protección de datos personales.
Uno de los aspectos más críticos de esta ley es la autorización para que los organismos de inteligencia accedan a registros históricos y en tiempo real de comunicaciones, incluidos los datos de llamadas telefónicas, ubicación de dispositivos y conexiones de usuarios. Esta facultad se extiende sin la intervención de un juez, lo que contraviene principios fundamentales de la legislación ecuatoriana y de las garantías constitucionales en materia de privacidad.
Además, la ley establece que tanto personas como instituciones públicas y privadas, incluidas las empresas de telecomunicaciones, deben entregar la información solicitada por el Sistema Nacional de Inteligencia (SNI) sin posibilidad de negarse. Este mandato podría comprometer la confidencialidad profesional y la reserva de fuentes, afectando a sectores como el periodismo, la abogacía y la atención médica, donde la protección de la información es esencial para el ejercicio profesional.
La controversia también se extiende a la falta de supervisión judicial y parlamentaria sobre las actividades del SNI. A pesar de que la Contraloría General del Estado tendrá la responsabilidad de auditar las operaciones de los organismos de inteligencia, no existe un control judicial efectivo para garantizar que la información obtenida no sea utilizada de manera indebida. Según los críticos, esto podría dar lugar a abusos y a un uso político de los recursos destinados a la seguridad nacional.
Organizaciones como Human Rights Watch y Fundamedios han expresado su rechazo a la ley, argumentando que permite una vigilancia masiva y sin precedentes, que podría tener un impacto negativo en la libertad de expresión y en la confianza pública hacia las instituciones del gobierno. Estas organizaciones advierten que la falta de garantías adecuadas podría generar un "efecto inhibitorio" sobre la población, limitando su disposición para participar libremente en actividades políticas, sociales o incluso comunicarse sin temor a represalias.
Por su parte, el presidente Daniel Noboa ha defendido la nueva legislación, calificándola como una herramienta indispensable para fortalecer la seguridad del país frente al crimen organizado y las amenazas internas y externas. El gobierno asegura que la ley incluirá mecanismos para proteger los derechos fundamentales, aunque los opositores insisten en que la legislación carece de los controles necesarios para evitar abusos.
Este desarrollo ocurre en un contexto de creciente violencia en el país, donde las autoridades buscan implementar medidas más estrictas para controlar el crimen organizado. Sin embargo, el debate sobre el equilibrio entre seguridad y derechos humanos sigue siendo un tema central. La pregunta que persiste es si el gobierno ha ido demasiado lejos en sus esfuerzos por garantizar la seguridad, a costa de la privacidad y las libertades civiles de los ecuatorianos.
A medida que se implementen los detalles de la ley, el debate sobre su impacto en los derechos fundamentales y su potencial para ser utilizada de manera desproporcionada seguirá siendo un tema de discusión en la sociedad ecuatoriana.