Lo que debía ser una noche de fútbol internacional terminó convertido en un episodio de violencia que conmocionó a Sudamérica. El partido de la Copa Sudamericana 2025 entre Independiente de Avellaneda y la Universidad de Chile fue cancelado luego de que graves disturbios se desataran en las gradas del estadio Libertadores de América, dejando al menos 10 heridos y 90 detenidos.
La chispa de la violencia
El encuentro se desarrollaba con normalidad hasta que, iniciado el segundo tiempo, sectores de la hinchada comenzaron a arrojar proyectiles al campo de juego. La tensión escaló rápidamente cuando, según reportes de prensa, incluso se lanzó una granada aturdidora desde las tribunas, lo que provocó pánico entre los asistentes y la interrupción inmediata del juego.
Los jugadores intentaron calmar a los hinchas, pero la violencia se desbordó. Los enfrentamientos entre barras, la destrucción de asientos y el caos general obligaron a que la policía interviniera con gases lacrimógenos, aunque la situación tardó varios minutos en ser controlada.
Consecuencias inmediatas
La Conmebol emitió un comunicado anunciando que el partido no quedaba suspendido, sino cancelado definitivamente, hecho inédito en este tipo de torneos. La decisión generó incertidumbre sobre el futuro de ambos equipos en el certamen, ya que ahora el caso pasa al Tribunal Disciplinario del organismo.
El saldo fue trágico: diez personas resultaron heridas, entre ellas dos menores de edad, y noventa individuos fueron detenidos por la policía argentina. Imágenes viralizadas en redes sociales mostraron a familias enteras huyendo despavoridas de las tribunas, mientras los enfrentamientos se intensificaban.
Reacciones
El presidente de Chile, Gabriel Boric, condenó los hechos y exigió garantías para la seguridad de los hinchas chilenos en el extranjero. La prensa de ambos países criticó duramente la falta de control policial previo y la permisividad con la que barras violentas ingresaron al estadio.
En Argentina, varios sectores reclamaron medidas drásticas contra las barras bravas y advirtieron que este tipo de hechos afectan la imagen internacional del país y de sus instituciones deportivas.
Futuro incierto
La Conmebol deberá decidir cómo resolver la llave entre Independiente y Universidad de Chile. Entre las opciones se barajan sanciones ejemplares que podrían incluir la descalificación de ambos equipos, multas económicas o incluso prohibiciones de jugar en determinados estadios.
La violencia volvió a manchar el fútbol sudamericano, recordando que los estadios, en lugar de ser espacios de encuentro y pasión, todavía pueden convertirse en escenarios de barbarie.