Quito, 28 de mayo del 2025
Los expertos reiteran que los beneficios superan ampliamente los riesgos, pero continúan monitoreando eventos adversos poco frecuentes.
Las autoridades de salud pública a nivel mundial han actualizado recientemente la información sobre los efectos secundarios asociados a las vacunas contra la COVID-19, tras un análisis continuo de millones de dosis administradas desde el inicio de las campañas de vacunación.
Según los datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los efectos secundarios más comunes continúan siendo leves y transitorios, incluyendo dolor en el lugar de la inyección, fatiga, fiebre leve y dolor de cabeza.
Sin embargo, se han registrado efectos adversos más graves, aunque poco frecuentes, como la miocarditis (inflamación del corazón) en algunos jóvenes tras recibir vacunas basadas en ARNm, como las de Pfizer-BioNTech y Moderna. Otro efecto poco común ha sido la trombosis con trombocitopenia (coágulos sanguíneos combinados con niveles bajos de plaquetas), observada en una pequeña proporción de personas vacunadas con vacunas de vector viral como la de AstraZeneca.
“Estos efectos son extremadamente raros y el riesgo sigue siendo muy bajo en comparación con las complicaciones asociadas a la infección por COVID-19”, explicó la doctora María Elena García, epidemióloga del Instituto Nacional de Salud. “La vigilancia activa y la transparencia son clave para mantener la confianza del público en las vacunas”.
Hasta la fecha, se han administrado más de 15.000 millones de dosis en todo el mundo, lo que ha permitido salvar millones de vidas y reducir significativamente la carga sobre los sistemas sanitarios.
Los expertos recomiendan a la población seguir vacunándose, especialmente a los grupos de riesgo, y acudir a su médico ante cualquier síntoma inusual tras la inmunización.