Quito, 27 de octubre del 2025.
El peronismo pierde terreno mientras el libertarismo gana espacios parlamentarios.
Las recientes elecciones legislativas en Argentina marcaron un punto de inflexión en el panorama político nacional. El presidente Javier Milei logró un amplio respaldo electoral que le permite consolidar su presencia en el Congreso y ampliar su margen de maniobra para aplicar su agenda económica.
Con más del 40 % de los votos, el movimiento La Libertad Avanza (LLA) se posicionó como la primera fuerza política del país, desplazando al peronismo, que obtuvo cerca del 31 %. Este resultado se traduce en un crecimiento significativo de escaños: los libertarios sumarían más de 100 diputados y alrededor de 14 senadores nuevos, fortaleciendo la base legislativa del Gobierno.
El peronismo, que durante décadas dominó gran parte del Congreso, enfrenta ahora una etapa de replanteamiento interno tras perder terreno en bastiones clave como Buenos Aires y Tucumán. Analistas políticos señalan que este resultado refleja un cambio generacional y de discurso, en el que la propuesta liberal y antisistema de Milei ha conectado con un electorado cansado de la crisis económica y la inflación persistente.
Desde la oposición, varios referentes peronistas advirtieron sobre los riesgos de las reformas que impulsa Milei, especialmente en materia fiscal y laboral, argumentando que podrían profundizar la desigualdad social. Sin embargo, el oficialismo sostiene que las medidas son necesarias para “sanear la economía y reducir el gasto público”.
A pesar del triunfo, Milei no cuenta aún con una mayoría absoluta, por lo que deberá negociar alianzas parciales con sectores conservadores y moderados para garantizar la aprobación de sus proyectos más ambiciosos.
En declaraciones posteriores a los comicios, el mandatario celebró el resultado como “una victoria histórica del cambio” y reiteró que continuará su lucha contra lo que denomina “la casta política”, en alusión a los partidos tradicionales.
El nuevo equilibrio parlamentario abre un escenario político inédito en Argentina: por un lado, un presidente fortalecido con amplio respaldo popular; por otro, una oposición dividida que intenta reorganizarse para resistir las reformas estructurales que podrían redefinir el rumbo económico del país.