La mañana del 4 de agosto de 2025, la banca electrónica del Banco Pichincha, una de las entidades financieras más importantes del Ecuador, volvió a registrar graves fallas técnicas. Usuarios reportaron errores persistentes al intentar ingresar a sus cuentas desde la aplicación móvil, con mensajes como “Tenemos problemas, por favor intentar más tarde” o “Muy pronto se habilitará nuevamente este método de ingreso”.
Ante la falta de canales alternativos y respuestas claras, las redes sociales estallaron. Clientes usaron la plataforma X (antes Twitter) para compartir su molestia e impotencia por no poder disponer de su dinero, especialmente en fechas clave como pagos de quincenas. El hashtag #BancoPichincha se posicionó rápidamente entre las tendencias más comentadas.
"Cámbiese de banco y no joda": el altercado que desató una crisis de imagen
El caos digital se sumó a una polémica reciente protagonizada por el propio presidente de la entidad, Antonio Acosta Espinosa. En un video viralizado el 3 de agosto, se escucha al alto ejecutivo responder de forma grosera a un cliente que reclamaba por fallas digitales: “Cámbiese de banco y no joda”.
La reacción generó una ola de críticas y obligó a Acosta a emitir disculpas públicas al día siguiente:
“Ofrezco mis más sinceras disculpas por el incidente. Mi respuesta no refleja el respeto que nuestros clientes merecen”, expresó, reconociendo que su actitud fue inapropiada para el cargo que ocupa.
Desconfianza creciente entre los usuarios
Aunque Banco Pichincha es considerado un referente en microfinanzas, sus constantes problemas tecnológicos han comenzado a erosionar su reputación. Esta no es la primera vez que la plataforma digital presenta interrupciones. Muchos clientes advierten que ya no se sienten seguros confiando sus finanzas a un sistema tan inestable.
Diversas voces en redes exigen la intervención de organismos de control financiero para supervisar la operatividad del banco y asegurar un servicio confiable y permanente.
Conclusión
El prestigio de Banco Pichincha enfrenta un momento crítico: la combinación de errores tecnológicos repetitivos y una gestión pública cuestionada está generando una crisis de confianza. Las disculpas ya no son suficientes. Los usuarios demandan acciones concretas, transparencia y un sistema bancario que no los deje a la deriva en momentos clave.