La jornada de seguridad en Ecuador se ha caracterizado por una serie de operativos de alto impacto que confirman la tesis de las autoridades: el país ha pasado de ser una ruta de tránsito a un centro neurálgico logístico para las operaciones de los grandes cárteles internacionales de la droga. En las últimas 48 horas, las fuerzas combinadas de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas han reportado decomisos récord de clorhidrato de cocaína y la desactivación de centros de acopio estratégicamente ubicados en la Costa ecuatoriana, lo que demuestra la sofisticación y el avance territorial de las organizaciones criminales.
El foco principal de los operativos ha sido el Puerto Marítimo de Guayaquil, principal puerta de salida de las exportaciones lícitas del país, y lamentablemente, también el canal predilecto para el envío de sustancias ilícitas a Europa y Estados Unidos. La modalidad delictiva persiste: la contaminación de contenedores que transportan productos de exportación, especialmente banano y pescado. En un reciente golpe, se incautó una cantidad significativa de droga oculta mediante el método de "gancho ciego", donde los narcotraficantes acceden al contenedor sellado sin el conocimiento de la empresa exportadora legítima. Este fenómeno ha llevado a la intensificación de las inspecciones no intrusivas mediante escáneres, aunque la presión logística en el puerto sigue siendo un desafío.
Más allá del puerto, la noticia más alarmante es el descubrimiento y desmantelamiento de grandes centros de acopio en zonas costeras. En Esmeraldas, provincia fronteriza con Colombia y tradicionalmente golpeada por la violencia y el narcotráfico, fue ubicado un complejo que servía como punto de almacenamiento temporal de cargamentos listos para ser movilizados. Pero el operativo que más ha llamado la atención se desarrolló en Pedernales, en la provincia de Manabí. Aquí, las autoridades descubrieron un centro de acopio que no solo guardaba la sustancia ilegal, sino también armamento pesado, equipos de comunicación satelital y, en algunos casos, vehículos de alta gama modificados para el transporte de grandes cantidades. La ubicación de estos centros cerca de caletas pesqueras facilita la carga de la droga en lanchas rápidas Go-fast o semisumergibles.
La magnitud de estos decomisos subraya la urgente necesidad de implementar reformas estructurales en el sistema de seguridad y justicia. La crisis de seguridad no es solo una cuestión de orden público; es un problema de seguridad nacional que exige una respuesta integral. El reciente Estado de Excepción decretado por el gobierno busca justamente proporcionar a las Fuerzas Armadas las herramientas legales y operativas para intervenir en zonas que han sido prácticamente cooptadas por el crimen organizado.
Expertos en seguridad, como el analista Patricio Zeballos, señalan que el incremento en los decomisos es una arma de doble filo: por un lado, muestra la efectividad de las fuerzas del orden al interceptar grandes cargamentos; por otro, refleja la desesperada necesidad de los cárteles de sacar grandes volúmenes de mercancía, lo que a su vez se traduce en un aumento de la violencia por el control de las rutas internas. La presencia de la droga decomisada a menudo se vincula directamente a las bandas criminales locales, conocidas como "lobos" o "tiguerones", que actúan como brazos operativos de cárteles transnacionales como el de Sinaloa o el CJNG de México.
En conclusión, los operativos de esta semana en Guayaquil, Esmeraldas y Pedernales son un claro indicativo de que el narcotráfico está en su punto más álgido en Ecuador. El país se encuentra en una carrera contra el tiempo para fortalecer sus fronteras terrestres y marítimas, sanear sus puertos y enfrentar la corrupción institucional que permite la penetración del crimen organizado, siendo el éxito de la inteligencia y la coordinación entre Policía y FFAA la única vía para recuperar la estabilidad nacional.
