La madrugada de este martes ha marcado una nueva y cruenta escalada en la guerra entre Rusia y Ucrania. El Ministerio de Energía ucraniano y la administración militar de la capital informaron sobre un ataque combinado masivo lanzado por las fuerzas rusas que empleó una mezcla de drones de fabricación iraní (Shahed) y misiles de crucero contra infraestructuras críticas de Ucrania. La ofensiva se centró en la red energética de Kiev y otras regiones, provocando cortes de energía, daños estructurales severos y, lo más trágico, la muerte de al menos seis civiles y más de una decena de heridos en la capital, donde las explosiones alcanzaron zonas residenciales.
Este bombardeo ruso es parte de una estrategia deliberada para diezmar la capacidad energética de Ucrania antes de la llegada del invierno más crudo, buscando minar la moral y la operatividad de la retaguardia. Reportes indican que las defensas aéreas ucranianas lograron interceptar una cantidad significativa de los 22 misiles y 460 drones lanzados por Rusia, pero la magnitud del ataque ha evidenciado la persistente vulnerabilidad de las grandes ciudades y los complejos energéticos del país. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, ha rechazado las acusaciones de que Washington está favoreciendo a Rusia en las negociaciones de paz, reiterando el apoyo a Ucrania mientras la Unión Europea expresa inquietud ante la posibilidad de un acuerdo en términos favorables a Moscú.
Sin embargo, el Ejército de Ucrania respondió con una demostración de capacidad ofensiva de largo alcance. El Estado Mayor ucraniano aseguró haber llevado a cabo un bombardeo estratégico exitoso en varios objetivos en territorio ruso. Este ataque, ejecutado por la Marina ucraniana en colaboración con unidades especializadas en drones y misiles, empleó drones Bars y, crucialmente, misiles de crucero de producción propia Neptuno.
Los blancos de la operación ucraniana estaban dirigidos a la industria militar y el sector energético de la Federación Rusa, con el objetivo de mermar la capacidad de producción y logística bélica del Kremlin. Entre los objetivos alcanzados se encuentran:
- Fábrica de Reparación de Aviones de Guerra en Taganrog (Región de Rostov): Un objetivo de alto valor estratégico donde, según Kiev, podría haber sido alcanzado un prototipo de avión A-50. Rusia confirmó la muerte de tres civiles en Rostov a raíz de los ataques.
- Infraestructura de Producción de Drones: El ataque apuntó también a una instalación dedicada a la fabricación de vehículos aéreos no tripulados utilizados en la ofensiva rusa.
- Terminal de Carga de Petróleo en Novorosíisk: Una instalación portuaria clave en el Mar Negro, donde las fuerzas ucranianas habrían golpeado equipamiento para la carga y descarga de buques petroleros.
- Refinería en la Región de Krasnodar: Un objetivo destinado a reducir la capacidad de procesamiento de combustible del ejército ruso.
La utilización de misiles Neptuno en este contexto demuestra la creciente capacidad de Ucrania para atacar objetivos a larga distancia dentro del territorio ruso, llevando la guerra de desgaste más allá de las fronteras inmediatas del conflicto. Mientras las bajas civiles se acumulan en ambos lados, y a pesar de los esfuerzos diplomáticos secretos para redactar un plan de paz, los últimos ataques con drones y misiles solo confirman que la confrontación militar en el este de Europa continúa en una fase de máxima tensión, centrada en la destrucción mutua de la infraestructura logística y energética.
