San Francisco/Londres – La plataforma de generación musical por Inteligencia Artificial (IA), Udio, ha tomado una decisión drástica que subraya la creciente tensión entre la innovación tecnológica y los derechos de autor en la industria musical: ha deshabilitado permanentemente las descargas de las canciones creadas por sus propios usuarios. Esta medida, que deja a los creadores sin la capacidad de exportar y monetizar sus obras, se produce inmediatamente después de que Udio llegara a un acuerdo estratégico con la gigante discográfica Universal Music Group (UMG), marcando un cambio tectónico en el panorama legal del sector.
El Acuerdo con UMG y la Desaparición del Botón
La polémica surge a raíz de una demanda presentada por la Recording Industry Association of America (RIAA), en nombre de las "Tres Grandes" (UMG, Sony Music y Warner Records), que acusaba a Udio y a su competidora Suno de infracción masiva de copyright al haber utilizado presuntamente catálogos protegidos para entrenar sus modelos de IA sin la debida licencia o compensación.
Mientras las demandas contra Sony y Warner Records aún están en curso, Udio optó por resolver su litigio con UMG. El resultado fue más que un simple acuerdo legal: fue el anuncio de una asociación estratégica para desarrollar un nuevo producto de IA que se entrenará exclusivamente con el catálogo de UMG, garantizando la legalidad de los derechos.
Sin embargo, el precio de esta paz legal lo están pagando los usuarios. Tras el pacto, Udio eliminó la función que muchos consideraban esencial: la capacidad de descargar sus creaciones. Los audios y stems (pistas separadas) ahora solo pueden reproducirse dentro del "jardín amurallado" de https://www.google.com/search?q=udio.com, compartiéndose únicamente mediante enlaces de la plataforma.
💔 El Desamparo del Creador Digital
Esta acción ha generado frustración entre los usuarios que invertían tiempo y créditos en la plataforma, creyendo poseer los derechos de copyright de sus creaciones, tal como lo indicaban los términos de servicio iniciales de Udio. De un día para otro, sus obras se han convertido en activos "digitales", inaccesibles para su uso en proyectos personales, monetización en otras plataformas de streaming o simplemente como archivos de respaldo. La sensación es la de un "corralito digital" donde el software permitió la creación, pero la empresa y la industria ahora controlan la distribución.
Implicaciones Mayores en la Propiedad Intelectual
El caso Udio no es un incidente aislado; es un reflejo de la guerra en curso por definir quién es el autor y quién debe ser compensado en la era de la Música Generativa.
1. De la Demanda a la Integración
Este movimiento confirma una nueva tendencia en la industria: en lugar de luchar para frenar la IA en los tribunales, las grandes discográficas están optando por integrar a las startups a través de acuerdos de licencia, asegurándose un control sobre los datos de entrenamiento y una porción de las futuras regalías generadas por el contenido de IA.
2. La Ley y la "Autoría Humana"
A pesar de que las plataformas de IA insisten en que sus usuarios poseen los derechos de sus creaciones, la Oficina de Derechos de Autor de EE. UU. y otros organismos internacionales han sido claros: el copyright se atribuye únicamente a la autoría humana. El mero hecho de proporcionar un prompt o instrucción a una IA no califica como el "acto creativo" necesario para el registro de derechos de autor, lo que deja a las canciones generadas por IA en un limbo legal y vulnerables a este tipo de restricciones corporativas.
3. El Precedente de Spotify y YouTube
Otras plataformas importantes ya están tomando medidas similares para proteger los derechos de autor humanos y combatir el fraude. Spotify ha retirado decenas de millones de canciones de su catálogo, tanto por violaciones de copyright como por el uso de bots para inflar artificialmente las reproducciones (fraude de streaming). Por su parte, YouTube ha implementado políticas que permiten a los artistas solicitar la eliminación de contenido deepfake que imite su voz o estilo sin su consentimiento, buscando evitar el uso indebido de voces.
El futuro de la creación musical de IA dependerá de cómo los reguladores logren equilibrar la innovación algorítmica con la protección de los creadores de contenido y el respeto a la propiedad intelectual.