Salud

Los pequeños movimientos repetitivos que reducen ansiedad y mejoran la concentración.

Publicado por:
Journalist: John Jairo G.A
Publicado en:
August 24, 2025
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Quito, 23 de agosto del 2025.

Por qué tu cerebro necesita que explotes burbujas o gires lapiceras.


En la vida cotidiana, muchas personas tienen la costumbre de realizar pequeños movimientos repetitivos: explotar burbujas de plástico, girar un bolígrafo entre los dedos, jugar con llaveros o mover una pierna de manera continua. Estas acciones, que a menudo pasan inadvertidas o incluso generan comentarios de distracción, tienen un trasfondo neurológico y psicológico que explica por qué resultan placenteras y, en muchos casos, necesarias para el equilibrio mental.

El fenómeno del fidgeting

En inglés, se denomina fidgeting a esos movimientos corporales pequeños y repetitivos que no tienen un propósito práctico inmediato, pero que cumplen una función importante en la autorregulación del cerebro. Los especialistas en neurociencia y psicología han observado que estas conductas ayudan a liberar tensión, mejorar la concentración y reducir la ansiedad.

Según la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), los llamados “objetos antiestrés” —como las pelotas blandas, los cubos de Rubik o los populares fidget spinners— se convierten en herramientas de autorregulación porque mantienen ocupado al sistema motor mientras el cerebro se concentra en tareas cognitivas más complejas.

Una descarga natural de energía

El cerebro humano gasta gran cantidad de energía en procesos de atención y memoria. Cuando una persona necesita concentrarse en una actividad exigente, como estudiar, trabajar o resolver un problema, es común que aparezca una sobrecarga de tensión mental. En ese punto, realizar pequeños movimientos repetitivos permite al sistema nervioso descargar energía sin interrumpir la actividad principal.

Explotar burbujas, girar una lapicera o hacer garabatos activa zonas cerebrales vinculadas con la recompensa y el placer, como el estriado ventral. Esto genera una sensación de alivio que se traduce en mayor comodidad emocional.

Reducción de la ansiedad y el estrés

Estudios publicados en revistas de neuropsicología demuestran que los movimientos repetitivos reducen los niveles de cortisol, la hormona del estrés. De ahí que estas conductas se vuelvan más frecuentes en momentos de ansiedad, largas reuniones o situaciones de espera.

Los especialistas indican que no se trata de una simple distracción, sino de un mecanismo inconsciente de regulación emocional. Así, lo que a veces se interpreta como una “manía” o un signo de nerviosismo, en realidad responde a una necesidad del cerebro de equilibrarse.

Un apoyo para la concentración

Otra explicación apunta a la teoría de la carga cognitiva. El cerebro tiene un límite en la cantidad de información que puede procesar de manera consciente. Los movimientos repetitivos ayudan a mantener cierto nivel de actividad motora sin exigir demasiada atención, lo cual libera recursos cognitivos para la tarea principal.

Por ejemplo, algunos estudiantes aseguran que mover un objeto con las manos les permite memorizar mejor o permanecer atentos durante clases largas. En este sentido, el fidgeting funciona como un recurso que canaliza la inquietud y evita distracciones mayores.

Diferencias individuales

No todas las personas sienten la misma necesidad de realizar estas conductas. Factores como la personalidad, el nivel de ansiedad y la historia de aprendizaje influyen en la frecuencia y el tipo de movimientos que cada individuo desarrolla.

En personas con trastornos como el TDAH o el espectro autista, el fidgeting adquiere aún más relevancia, ya que puede convertirse en una herramienta clave para gestionar la hiperactividad o la sobrecarga sensorial.

De la espontaneidad a la industria

Lo que comenzó como un comportamiento espontáneo se transformó en una verdadera industria de productos antiestrés. Desde los clásicos plásticos de burbujas hasta modernos dispositivos de bolsillo con botones, ruedas y superficies táctiles, la demanda global refleja cómo estas acciones simples se han convertido en un hábito universal.

El auge de los fidget spinners en 2017, aunque fue pasajero como moda, evidenció el interés de millones de personas por contar con objetos que les permitieran canalizar su energía nerviosa.

Más allá del entretenimiento

Aunque explotar burbujas o girar un bolígrafo pueda parecer trivial, los expertos insisten en que estas prácticas no deben subestimarse. Funcionan como microestrategias de autocuidado, accesibles y de bajo costo, que contribuyen al bienestar psicológico en contextos de alta demanda mental.

En palabras de la psicóloga clínica Ana María Arango: “Estos pequeños gestos no son pérdida de tiempo ni capricho; son el lenguaje silencioso del cerebro para regularse, reducir la ansiedad y mantener el foco en lo importante”.


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