Durante su intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente de China, Xi Jinping, sorprendió con un anuncio de gran alcance: su país se compromete a reducir en un 10 % las emisiones de gases de efecto invernadero en la próxima década y, de manera paralela, duplicar la capacidad instalada de energía solar y eólica. La noticia llega en un momento en que el mundo enfrenta la urgencia de acelerar la transición energética frente al calentamiento global.
China, responsable de cerca del 30 % de las emisiones globales de CO₂, ha sido históricamente señalada como uno de los principales contaminadores. Sin embargo, en los últimos años también se ha consolidado como líder en inversiones en energías limpias y tecnologías verdes.
El anuncio en la ONU
Xi Jinping, en su discurso en Nueva York, destacó que “la humanidad enfrenta un desafío común, y China asume su responsabilidad en la construcción de un futuro sostenible”. Según explicó, el objetivo del 10 % de reducción se logrará a través de una combinación de políticas: sustitución de plantas de carbón por energías renovables, incentivos a la movilidad eléctrica y mejoras en la eficiencia energética de la industria.
El mandatario también enfatizó que su país invertirá en proyectos de cooperación internacional para ayudar a naciones en desarrollo a implementar infraestructuras energéticas limpias. Esta estrategia se inscribe en la llamada “Iniciativa de la Franja y la Ruta Verde”.
Liderazgo energético
El compromiso de duplicar la capacidad solar y eólica refuerza la posición de China como potencia renovable. Actualmente, el país asiático ya lidera el mercado mundial de paneles solares y turbinas eólicas, y concentra más del 40 % de la capacidad instalada global en estas tecnologías.
Analistas señalan que esta apuesta no solo busca cumplir con metas ambientales, sino también posicionar a China como líder en la economía del futuro. “Quien domine la transición energética dominará la próxima revolución industrial, y China está jugando sus cartas con visión estratégica”, afirmó la experta en energía, Fatih Birol.
Reacciones internacionales
El anuncio fue recibido con cautela y esperanza por parte de la comunidad internacional. El secretario general de la ONU, António Guterres, lo calificó como un paso alentador, aunque recordó que el planeta necesita reducciones mucho más profundas para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.
Estados Unidos, por su parte, saludó el compromiso, pero pidió transparencia en la medición de los avances. “El mundo necesita que China cumpla lo que promete. Esta no es solo una meta política, sino un deber climático”, señaló el enviado especial para el clima, John Kerry.
Países en desarrollo vieron en la propuesta una oportunidad para recibir apoyo financiero y tecnológico en sus propias transiciones energéticas.
Los desafíos internos
Pese al anuncio, los retos para China son enormes. La economía del gigante asiático aún depende en gran medida del carbón, que representa cerca del 60 % de su matriz energética. Además, el crecimiento industrial y urbano sigue demandando cantidades gigantescas de energía.
En las provincias mineras, donde la extracción de carbón es fuente de empleo, el anuncio genera preocupación. El Gobierno deberá diseñar políticas de reconversión laboral y transición justa para evitar conflictos sociales.
Impacto global
La decisión de China puede marcar un antes y un después en la lucha climática. Si el mayor emisor mundial logra una reducción sostenida, se abrirá la posibilidad de que otros países aceleren sus propias transiciones. No obstante, los expertos advierten que un recorte del 10 % todavía es insuficiente: el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ha señalado que se requieren reducciones del 43 % a nivel global para 2030 si se quiere limitar el calentamiento a 1,5 °C.
Aun así, el anuncio refuerza la narrativa de que la batalla climática no se puede ganar sin China como protagonista. La presión internacional será clave para que el compromiso no se quede en el papel.
Una señal política
Además de lo ambiental, la movida tiene un fuerte componente geopolítico. Xi Jinping busca mostrar a su país como un actor responsable y cooperativo frente a las críticas internacionales sobre derechos humanos y tensiones comerciales. Con este discurso, China se proyecta como líder de una nueva agenda global: el desarrollo sostenible como motor económico y diplomático.