La región centro-sur del estado de Texas vive una de sus peores tragedias climáticas en años. Una serie de inundaciones repentinas, provocadas por intensas lluvias, han dejado un saldo devastador: más de 100 personas fallecidas, entre ellas al menos 28 menores de edad, y decenas de desaparecidos.
Según datos oficiales, el área más afectada ha sido el condado de Kerr, donde el río Guadalupe se desbordó repentinamente, arrasando con todo a su paso. La fuerza del agua destruyó viviendas, cabañas, carreteras y campamentos turísticos. Solo en este condado se han confirmado 84 muertes, de las cuales más de una cuarta parte corresponde a niños y adolescentes que participaban en actividades de verano.
Las lluvias, inusualmente intensas, provocaron el colapso de sistemas de drenaje y superaron la capacidad de respuesta de los equipos locales de emergencia. Muchos habitantes quedaron atrapados en sus vehículos, viviendas o en medio de zonas boscosas sin comunicación ni acceso a ayuda inmediata.
🔎 Equipos de rescate y declaratoria de desastre
Las autoridades han desplegado brigadas de rescate, helicópteros, drones, perros rastreadores y botes para buscar sobrevivientes y recuperar cuerpos. Organizaciones locales y voluntarios también se han sumado a las labores de auxilio, en medio de condiciones difíciles debido al lodo, árboles caídos y el riesgo de nuevos deslizamientos.
El presidente Donald Trump declaró al estado de Texas como zona de desastre nacional, lo que permitirá acelerar la llegada de recursos federales. Además, anunció que visitará las zonas afectadas el viernes 11 de julio para evaluar la magnitud de los daños y reunirse con autoridades locales y víctimas.