La violencia que golpea al cantón Durán, en la provincia del Guayas, alcanzó un nuevo nivel de alarma este domingo 28 de septiembre de 2025. Un ataque armado perpetrado en horas de la mañana cobró la vida del concejal Hugo Obando y de un policía que formaba parte de su equipo de seguridad. El hecho, ocurrido en una de las avenidas más transitadas del cantón, refleja la creciente vulnerabilidad de las autoridades locales frente al avance del crimen organizado y reabre el debate sobre la crisis de seguridad que vive el Ecuador.
El ataque
De acuerdo con los reportes preliminares, el concejal Obando se movilizaba en un vehículo oficial junto con su escolta cuando fue interceptado por sujetos armados que abrieron fuego sin previo aviso. El tiroteo se prolongó durante varios minutos, generando pánico entre transeúntes y comerciantes de la zona. Los atacantes huyeron en motocicletas, dejando la escena marcada por el sonido de las detonaciones y el desconcierto de la población.
El policía que resguardaba al edil murió en el lugar tras recibir varios impactos de bala, mientras que Obando fue trasladado de urgencia a un hospital de Guayaquil, donde minutos después se confirmó su deceso. La Fiscalía y la Policía Nacional iniciaron investigaciones para determinar si el crimen estuvo motivado por represalias vinculadas al narcotráfico o si se trató de un atentado relacionado con la política local.
Una ciudad sitiada por el crimen
Durán se ha convertido en uno de los epicentros de la violencia en Ecuador. Según cifras de la Policía, en lo que va de 2025 se han registrado más de 350 muertes violentas en este cantón, la mayoría relacionadas con disputas entre bandas criminales que buscan controlar rutas de microtráfico y zonas estratégicas para el transporte de droga hacia los puertos de Guayaquil.
El asesinato del concejal se suma a una larga lista de ataques contra autoridades locales. En el último año, varios dirigentes barriales, funcionarios municipales e incluso candidatos a elecciones han sido blanco de sicarios. Este patrón confirma, según analistas, que el crimen organizado busca sembrar terror en los territorios y debilitar la institucionalidad democrática.
Reacciones oficiales
El presidente Daniel Noboa condenó el ataque y anunció la conformación de un equipo especial de investigación. “No descansaremos hasta dar con los responsables. Atacar a un concejal es atacar a la democracia misma”, señaló en un comunicado difundido en sus redes sociales.
El Ministerio del Interior informó que se reforzará la presencia policial y militar en Durán, con el objetivo de recuperar el control del territorio. Sin embargo, líderes sociales y comerciantes del cantón cuestionan la efectividad de estas medidas, recordando que los operativos de seguridad suelen ser temporales y no logran desmantelar las estructuras criminales de fondo.
El impacto político
El asesinato de Hugo Obando no solo es un golpe a la seguridad ciudadana, sino también a la política local. Obando, quien había sido electo concejal hace poco más de un año, era reconocido por su cercanía con la comunidad y por impulsar proyectos de desarrollo social en barrios periféricos de Durán. Su muerte genera un vacío en la representación política y un sentimiento de desprotección en la población.
Los partidos políticos y movimientos ciudadanos convocaron a una vigilia en memoria del concejal, al tiempo que exigieron al Gobierno nacional medidas estructurales contra la violencia. “No podemos normalizar la muerte de nuestras autoridades. Hoy fue un concejal, mañana podría ser un alcalde, un maestro o cualquier ciudadano”, expresó la vicealcaldesa del cantón en una rueda de prensa.
La dimensión del problema
Expertos en seguridad coinciden en que el asesinato de Obando refleja un problema más amplio: la penetración del narcotráfico en los gobiernos locales. La ubicación estratégica de Durán, cercano a los principales puertos del país, lo convierte en un territorio codiciado por las mafias que exportan cocaína hacia Europa y Estados Unidos. El control político de estas zonas se vuelve clave para los grupos criminales, lo que explica la serie de ataques contra figuras públicas.
La pregunta que ahora se plantean los ciudadanos es: ¿qué tan segura es la vida de quienes se atreven a denunciar o a gobernar en medio de esta violencia?
Mientras tanto, Durán vive entre el luto y el miedo. Comerciantes bajan las cortinas temprano, las familias evitan salir de noche y la confianza en las instituciones se erosiona con cada crimen que queda impune. El asesinato de Hugo Obando, lejos de ser un hecho aislado, se convierte en un símbolo de la crisis nacional de seguridad que Ecuador enfrenta sin una solución clara a la vista.