El Banco Central del Ecuador (BCE) anunció una revisión al alza en la proyección de crecimiento del PIB 2025, del 2,8 % al 3,8 %. Aunque la noticia se presentó como un logro, expertos y ciudadanos coinciden en que estos números poco significan para la vida cotidiana si no se traducen en obras sociales, empleo digno y mejoras en la infraestructura pública.
La cifra positiva parece chocar con una realidad distinta: hospitales desabastecidos, escuelas deterioradas, carreteras colapsadas y un transporte público sin modernización. Para muchos, el “crecimiento” es solo un dato en una pantalla, mientras el país sigue enfrentando una crisis de servicios básicos y un creciente malestar social.
Crecimiento económico: ¿para quién?
El informe oficial atribuye la mejora al repunte de exportaciones y remesas, pero sectores sociales advierten que el beneficio es para unos pocos.
- El camarón, banano y petróleo generan ingresos récord, pero las ganancias se concentran en grandes exportadores, no en campesinos ni trabajadores.
- Las remesas sostienen el consumo interno, pero son el reflejo de un país que expulsa mano de obra al extranjero.
- El turismo repunta en Galápagos y Quito, mientras comunidades rurales siguen en abandono y con infraestructura turística mínima.
En contraste, las familias enfrentan alza de combustibles, incremento del costo de vida y falta de subsidios sociales efectivos. El resultado es una economía que crece en cifras, pero no en bienestar.
El riesgo del 2026
El BCE anticipa un crecimiento del 1,8 % en 2026, reflejando un enfriamiento económico. Si no se invierte lo suficiente en infraestructura, salud y educación, el país podría caer en un escenario aún más desigual.
“El problema no es crecer al 3 o al 4 %. El problema es que ese crecimiento no llega al ciudadano de a pie. Mientras no se vea en hospitales equipados, escuelas renovadas o carreteras seguras, el PIB es solo un espejismo”, advirtió un economista independiente.
Ciudadanía frustrada
En redes sociales, ciudadanos expresan su frustración:
- “¿De qué sirve un PIB más alto si los hospitales no tienen medicinas?”, escribió una madre de familia en Quito.
- “El Gobierno se felicita por las cifras, pero yo pago más por el pasaje y gano lo mismo”, reclamó un trabajador en Guayaquil.
Las críticas apuntan a la falta de inversión pública. Si el dinero liberado por el fin de los subsidios no se destina a obras sociales y fortalecimiento de la red pública, el Gobierno de Noboa podría enfrentar una profunda crisis de legitimidad.
Conclusión amarga
El aparente repunte económico podría convertirse en una trampa política: números que alimentan el discurso oficial, pero que no mejoran la vida de la mayoría. Sin una distribución equitativa y sin inversión en el sistema público, el crecimiento del PIB corre el riesgo de ser solo un triunfo contable en medio de un país en crisis.