Fecha: 27 de septiembre de 2025
Ecuador no termina de asimilar cómo la violencia ligada al crimen organizado se extiende a todos los rincones de la vida social. Esta semana, la víctima fue un futbolista profesional conocido como “Speedy”, asesinado dentro de su propia vivienda en un ataque que investigadores relacionan con las mafias que dominan las apuestas y el control territorial en torno al deporte.
El ataque
Según versiones preliminares, un grupo armado irrumpió en el domicilio del jugador en la costa ecuatoriana. El futbolista, reconocido por su velocidad y proyección en ligas locales, recibió múltiples disparos y murió en el acto. La Policía confirmó que no se trató de un robo común: los atacantes huyeron sin llevarse pertenencias, un indicio de ajuste de cuentas o mensaje criminal.
Familiares y vecinos señalaron que “Speedy” no había denunciado amenazas, aunque algunos allegados admitieron que, como varios jugadores en ligas menores, se encontraba en contacto con círculos de apuestas deportivas ilegales que han crecido en el país al calor de la crisis económica y la debilidad de controles estatales.
Fútbol y crimen: una conexión peligrosa
El asesinato pone en evidencia un fenómeno cada vez más comentado: la infiltración del crimen organizado en el fútbol ecuatoriano. Expertos señalan tres frentes principales:
- Apuestas ilegales: mafias que manipulan resultados, presionan a jugadores e incluso financian equipos menores para “blanquear” capitales.
- Extorsión a futbolistas: casos en que deportistas reciben amenazas de muerte si no colaboran con arreglos de partidos o pagos de “vacunas”.
- Uso de estadios y barras: escenarios deportivos que funcionan como puntos de distribución de droga o de confrontación entre bandas.
Aunque no se han dado cifras oficiales, asociaciones deportivas reconocen que el número de futbolistas extorsionados ha crecido en los últimos tres años, y que varios han emigrado a ligas extranjeras en busca de seguridad.
Reacciones del mundo deportivo
El asesinato de “Speedy” desató una ola de condolencias en redes sociales de colegas, clubes y dirigentes. Algunos jugadores de Serie A y B reclamaron en Twitter mayor seguridad para futbolistas, denunciando que en varias provincias viajan sin resguardo policial a entrenamientos y partidos.
La Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) emitió un comunicado lamentando el crimen y pidiendo a las autoridades “investigaciones urgentes y protección para todos los actores del deporte”. En paralelo, organizaciones de hinchas exigieron que el Gobierno reconozca el fútbol como un sector vulnerable ante las mafias, al igual que el transporte, la construcción o el comercio minorista.
Contexto de inseguridad
El caso ocurre en medio de una ola de violencia nacional: motines carcelarios con decenas de muertos, atentados con coches bomba y denuncias de desapariciones forzadas. En ese clima, el deporte deja de ser un refugio simbólico y pasa a convertirse en otro campo de batalla.
El presidente ha reiterado que la estrategia del Plan Fénix es necesaria para contener a las bandas, pero críticos advierten que el tejido social está cada vez más expuesto: ni escuelas, ni barrios, ni estadios parecen libres de la influencia del crimen.
¿Qué sigue?
- Investigación policial: esclarecer si detrás del asesinato hubo un grupo específico ligado a apuestas o extorsión.
- Protección a futbolistas: sindicatos y la FEF evalúan exigir protocolos de seguridad en entrenamientos y partidos, especialmente en provincias de la costa.
- Discusión política: el Congreso podría retomar el debate sobre tipificación de amaño de partidos y penas más severas contra las redes de apuestas ilegales.
- Dimensión internacional: FIFA y Conmebol, atentos a la situación, podrían presionar a Ecuador para mejorar la seguridad en su fútbol local.
Conclusión: El crimen de “Speedy” no es un hecho aislado: refleja la fragilidad de un país donde el crimen organizado permea incluso al deporte más popular. El fútbol, espejo de la sociedad, hoy también refleja la sombra de las mafias.