Sábado, 1 de noviembre de 2025 | Ciencia y Tecnología
Imagínatelo por un momento. Vives en un mundo completamente silente. Nunca has escuchado la voz de tus padres, ni el ladrido de un perro, ni tu canción favorita. Es un mundo definido por la ausencia de sonido. Ahora, imagina que un día, gracias a una proeza de la ingeniería biológica, ese silencio se rompe. Primero, como un murmullo confuso, y luego, con una claridad creciente, el mundo se inunda de sonido.
Eso no es el guion de una película de ciencia ficción. Es la realidad que están viviendo 11 niños, protagonistas de un hito médico que resuena hoy en todo el mundo: un equipo científico ha logrado restaurar parcialmente la audición en pacientes con sordera congénita mediante una innovadora terapia génica.
Este avance, reportado hoy, 1 de noviembre de 2025, no es solo una buena noticia; es un punto de inflexión. Representa uno de los primeros triunfos claros de la terapia génica aplicada a uno de los sentidos humanos más complejos.
Durante décadas, la sordera de origen genético ha sido tratada como una condición irreversible. Las únicas soluciones eran externas: audífonos potentes para amplificar cualquier sonido residual o implantes cocleares, dispositivos electrónicos complejos que "traducen" el sonido en señales eléctricas para el nervio auditivo, pero no reparan el problema de raíz.
Esta nueva terapia hace precisamente eso: va a la raíz.
¿Cómo funciona esta "magia" biotecnológica?
Para entender el avance, hay que entender el problema. Muchos casos de sordera congénita se deben a un "error de imprenta" en el ADN. Un solo gen defectuoso o ausente impide que el cuerpo fabrique una proteína crucial, por ejemplo, una necesaria para construir las minúsculas células ciliadas (o vellosidades) dentro de la cóclea, en el oído interno. Estas células son los "micrófonos" biológicos del cuerpo; vibran con las ondas sonoras y convierten esa vibración en el impulso eléctrico que el cerebro interpreta como sonido.
Si no hay células ciliadas funcionales, no importa cuán fuerte sea el sonido; el oído interno no puede "escucharlo".
Aquí es donde entra la terapia génica. Los científicos han actuado como los ingenieros de software más sofisticados del mundo. Primero, identificaron el gen defectuoso responsable de la sordera en este grupo de pacientes. Luego, crearon una copia correcta y funcional de ese gen en el laboratorio.
El verdadero desafío era: ¿cómo metes ese gen nuevo en las células exactas del oído interno de un paciente vivo? La respuesta es un "caballo de Troya" biológico: un virus.
Utilizaron un tipo de virus llamado "vector viral adeno-asociado" (AAV), que es conocido por su habilidad para infectar células humanas pero ha sido modificado genéticamente para ser completamente inofensivo. Vaciaron el material genético del virus y, en su lugar, cargaron el "paquete" con el gen funcional de la audición.
Mediante un procedimiento delicado, este vector viral se administra directamente en el fluido del oído interno. El virus hace lo que mejor sabe hacer: infecta las células de la cóclea. Pero en lugar de liberar un resfriado, libera el gen correcto. Las células del paciente, ahora equipadas con las nuevas instrucciones de ADN, comienzan a fabricar la proteína que les faltaba y, en esencia, a reparar su propia función auditiva desde dentro.
De la teoría a la emoción
Los resultados han sido conmovedores. Los 11 niños del ensayo clínico, todos con sordera profunda desde el nacimiento, han mostrado mejoras significativas. No es que hayan pasado del silencio absoluto a una audición perfecta de la noche a la mañana. Pero ahora pueden oír sonidos ambientales, responder a sus nombres y, lo más importante, han comenzado a desarrollar el habla.
Para los padres, ha sido un milagro presenciar el momento en que su hijo gira la cabeza por primera vez al escuchar su voz.
Este avance abre una puerta que hasta ahora estaba sellada. Aunque esta terapia específica solo funciona para la sordera causada por una mutación genética concreta, demuestra que el concepto es viable. Es la prueba de principio que la comunidad científica necesitaba.
Ahora, la investigación se centrará en adaptar esta técnica a otros de los más de 100 genes que se sabe causan sordera. Estamos en el umbral de una era en la que, en lugar de solo gestionar las discapacidades genéticas con tecnología externa, podremos corregirlas desde su origen biológico. El silencio, para muchos, podría dejar de ser permanente.