Quito,7 agosto de 2025 — Una histórica franja de tierra fluvial ha vuelto a convertirse en epicentro de una nueva crisis diplomática entre Perú y Colombia. Se trata de la isla Santa Rosa, ubicada en el caudaloso río Amazonas, en la triple frontera con Brasil, la cual ha sido administrada durante décadas por Perú. No obstante, recientes modificaciones legales y el surgimiento natural del terreno han reactivado un reclamo fronterizo entre ambos países.
La chispa: la creación del distrito
En junio pasado, el Congreso peruano aprobó y promulgó la Ley N.º 32403, que convierte al tradicional centro poblado de Santa Rosa, con menos de 1.000 habitantes, en un distrito dentro de la provincia de Loreto. La medida tenía como objetivo mejorar la entrega de servicios públicos —como educación y salud— y reforzar la presencia estatal en esta zona estratégica del Amazonas.
Sin embargo, esta decisión no fue bien recibida por Bogotá. El presidente colombiano, Gustavo Petro, denunció en su cuenta de X que Perú se había “apropiado del territorio por ley”, lo que, en su visión, vulnera la soberanía colombiana y amenaza el acceso fluvial de la ciudad amazónica de Leticia al río Amazonas. En un gesto cargado de simbolismo, Petro anunció que trasladaría la celebración del Día de la Independencia desde Boyacá hasta Leticia, intensificando la presión diplomática.
¿De dónde surge la disputa?
El origen del conflicto es en parte geográfico: la isla surgió en la década de 1970 cuando un brazo del río se separó de la isla peruana Chinería, generando un terreno emergente que terminó albergando población y actividades cotidianas.
Perú sostiene que estos territorios están regulados por los Tratados Salomón‑Lozano (1922) y el Protocolo de Río de Janeiro (1934), que establecen sus fronteras como las conocemos. Aunque Santa Rosa emergió después de esos acuerdos, Lima considera que su administración continúa siendo legítima y prioritaria.
Por su parte, Colombia argumenta que el tratado nunca contempló nuevas formaciones territoriales, y reclama que el límite debe seguir el cauce más profundo del río. Por tanto, nuevas islas deben asignarse mediante acuerdo bilateral, no por decreto unilateral.
Impacto en la población local
Más allá del debate diplomático, Santa Rosa es un lugar de convivencia entre peruanos, colombianos y brasileños, con intercambio comercial activo y vínculos sociales entre Leticia (Colombia) y Tabatinga (Brasil). Incluso hay un restaurante muy visitado, propiedad de un antioqueño casado con una peruana, que alcanza rápida visibilidad desde Leticia.
La creación del distrito busca dar a sus habitantes mayor accesibilidad a servicios estatales, infraestructura y representación política. Sin embargo, la disputa fronteriza amenaza esa normalización.
El escenario diplomático y los riesgos
La Cancillería de Colombia ha señalado que la situación requiere una pronta comisión binacional (COMPERIF) para decidir el estatus de nuevas islas como Santa Rosa. Mientras tanto, Lima ha reiterado que actúa conforme al derecho internacional y en apego a tratados vigentes.
Expertos peruanos consideran que Bogotá ha encontrado en este conflicto una oportunidad para presionar diplomáticamente, mientras que Colombia defiende lo que considera esencial para su acceso al río más importante del planeta.
La polémica por la isla Santa Rosa trasciende lo simbólico: refleja la fragilidad de los tratados territoriales frente a los cambios geográficos y la necesidad de diálogo biliteral. Perú ha actuado para garantizar el bienestar de una comunidad vulnerable, pero Colombia lo interpreta como una afrenta contra su soberanía. La tensión se mantiene viva y podría escalar si no se reanuda una negociación seria y técnica entre ambos gobiernos.