02 de julio de 2025
Europa vive uno de los veranos más intensos de los últimos años, y sus efectos ya se sienten en los monumentos más emblemáticos del continente. Este lunes 1 de julio, la Torre Eiffel, uno de los íconos turísticos más visitados del mundo, cerró sus puertas debido a las altas temperaturas registradas en París.
La empresa operadora del monumento, Sete, informó que el cierre se debe a "condiciones meteorológicas extremas que impiden garantizar la seguridad de los visitantes y del personal". La temperatura alcanzó niveles peligrosos que afectaron no solo a los turistas, sino también a la estructura metálica de la torre, que puede expandirse con el calor.
Francia, junto con otras regiones de Europa, se encuentra en alerta roja por la ola de calor que ha provocado temperaturas superiores a los 40 °C. Este fenómeno climático ha obligado a suspender actividades al aire libre, modificar horarios laborales y encender las alarmas sanitarias en varias ciudades europeas.
El cierre temporal de la Torre Eiffel en plena temporada alta de verano tiene un fuerte impacto en el turismo, y pone nuevamente en evidencia los efectos del cambio climático sobre la vida urbana, la economía y el patrimonio cultural. Las autoridades francesas han pedido a la población tomar precauciones, mantenerse hidratados y evitar la exposición directa al sol durante las horas más críticas.
Esta no es la primera vez que el clima extremo afecta la operación de monumentos históricos, pero sí es una clara señal de que las ciudades deben adaptarse con mayor rapidez a los retos ambientales. Los científicos advierten que estas olas de calor serán más frecuentes e intensas si no se toman medidas globales urgentes.
En medio de un verano que apenas comienza, Europa se enfrenta al desafío de proteger a sus ciudadanos, su infraestructura y su legado cultural ante el avance imparable de la crisis climática.