Ecuador vive una espiral de violencia urbana que parece no tener fin. Las noticias de esta semana están dominadas por reportes de sicariatos y ataques armados que ya no se limitan a las zonas consideradas "rojas", sino que se extienden a barrios y avenidas principales de las ciudades más importantes del país, como Machala, Guayaquil y la propia capital, Quito. Esta ola de crímenes ha alcanzado incluso a figuras públicas, elevando la alarma social y demostrando que nadie está exento de riesgo.
El caso que ha acaparado los titulares es el atentado contra el reconocido músico urbano Dennys The Black, cuyo nombre real es Dennys Briones. El artista fue víctima de un presunto intento de sicariato perpetrado por hombres armados en una motocicleta. Aunque los detalles de la investigación son reservados, las primeras hipótesis apuntan a una posible negativa del artista a acceder a las demandas de extorsión (conocido localmente como vacunas) o a un ajuste de cuentas relacionado con su entorno. El suceso ha conmocionado al país, poniendo el foco en cómo el crimen organizado está permeando todos los estratos sociales, desde comerciantes hasta figuras del entretenimiento.
Mientras Guayaquil y Machala continúan liderando las estadísticas de muertes violentas, reportando varios casos de sicariato durante la noche del lunes y la madrugada del martes, la violencia también se hace palpable en Quito. A pesar de que la ciudad se encuentra inmersa en las tradicionales Fiestas de Quito, que suelen ir acompañadas de un despliegue policial preventivo, los incidentes no cesan. Recientes tiroteos en el sur de la ciudad y el asalto a locales comerciales han generado un clima de miedo, llevando a la suspensión de algunos eventos masivos, como la tradicional Serenata Quiteña, por motivos de seguridad. Esta decisión subraya la gravedad de la situación: la amenaza criminal está logrando paralizar las costumbres y la vida cultural de la capital.
La recurrencia de los crímenes a plena luz del día y la impunidad con la que operan los sicarios han llevado a la ciudadanía a cuestionar severamente la efectividad de las medidas de seguridad implementadas por el gobierno central. El Estado de Excepción, aunque permite el despliegue militar en las calles, no ha logrado frenar la operatividad de las bandas dedicadas al sicariato y la extorsión. Expertos en seguridad indican que la clave está en el trabajo de inteligencia y en la depuración de las instituciones, no solo en el patrullaje visible. La mayoría de los crímenes se ejecutan bajo la modalidad de "ajuste de cuentas" entre bandas criminales o como consecuencia directa de la negativa a pagar vacunas, una práctica que ha destrozado el tejido productivo del país.
El gremio artístico y la sociedad civil han expresado su solidaridad con Dennys The Black y han hecho un llamado urgente a las autoridades para que garanticen la seguridad y refuercen la protección a aquellos que denuncian extorsión. El aumento de la violencia urbana no solo se mide en cifras de homicidios, sino también en el impacto psicológico y social que genera en la población, que se ve obligada a modificar sus hábitos diarios, a limitar sus horas de salida y a vivir en una constante zozobra. El desafío del Estado ecuatoriano para los próximos meses será transformar la percepción de inseguridad ciudadana en certeza de protección, antes de que el crimen organizado termine por colapsar la vida normal de las grandes urbes.