Quito, 30 de agosto del 2025.
Un hecho sin precedentes en la historia del país
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, informó recientemente que el país alcanzó los 1.000 días sin homicidios durante su administración, un hito considerado inédito en la historia de la nación centroamericana. La noticia fue difundida a través de sus canales oficiales, donde el mandatario destacó el impacto que esta cifra representa en términos de seguridad ciudadana y percepción internacional.
De acuerdo con las cifras oficiales, este logro se enmarca en las políticas de seguridad impulsadas desde el inicio de su mandato en 2019, en especial con la implementación del Régimen de Excepción, aprobado en marzo de 2022. Esta medida permitió el arresto de más de 80.000 presuntos pandilleros y colaboradores, debilitando significativamente la estructura de las organizaciones criminales que durante décadas sembraron violencia en las comunidades salvadoreñas.
Un cambio en la percepción ciudadana
Durante décadas, El Salvador se mantuvo entre los países más violentos del mundo, con tasas de homicidios que superaban los 100 asesinatos por cada 100.000 habitantes en algunos años. Sin embargo, las políticas de seguridad actuales han transformado de manera notable ese panorama.
Según el gobierno, los 1.000 días sin homicidios son la muestra más contundente del éxito de las estrategias aplicadas, lo que ha generado una percepción de mayor tranquilidad en las calles y barrios históricamente controlados por pandillas. La administración sostiene que este resultado no es casual, sino la consecuencia de un “cambio radical en la forma de enfrentar el crimen”.
Bukele ha recalcado que, además de la captura de criminales, el gobierno ha trabajado en recuperar espacios públicos, invertir en infraestructura y ofrecer alternativas sociales a los jóvenes, con el objetivo de evitar que nuevas generaciones ingresen a estructuras delictivas.
Respaldo popular y críticas internacionales
La población salvadoreña ha mostrado un alto nivel de respaldo a las medidas de seguridad, lo cual se refleja en los índices de aprobación del presidente, que superan el 80 %. Para muchos ciudadanos, la reducción de los homicidios representa una transformación que hasta hace pocos años parecía inalcanzable. Familias pueden ahora circular con mayor tranquilidad, y zonas consideradas “impenetrables” han vuelto a ser transitadas.
No obstante, el régimen de excepción ha sido objeto de cuestionamientos en el ámbito internacional. Diversas organizaciones de derechos humanos han denunciado detenciones arbitrarias, falta de debido proceso y violaciones a las garantías individuales. Amnistía Internacional y Human Rights Watch, entre otras, han pedido al gobierno salvadoreño que combine la lucha contra el crimen con el respeto a los derechos fundamentales.
Bukele, en respuesta, ha sostenido que las críticas provienen de sectores que “defienden a los delincuentes antes que a las víctimas”, subrayando que las prioridades de su administración están centradas en proteger la vida de la ciudadanía honesta y trabajadora.
Impacto regional e internacional
El logro de 1.000 días sin homicidios ha generado atención en el ámbito internacional, ya que se trata de un caso excepcional en América Latina, una región marcada por altos índices de violencia. Países vecinos han seguido de cerca el modelo salvadoreño, mientras algunos analistas debaten sobre su viabilidad y posibilidad de réplica en contextos distintos.
En foros internacionales, El Salvador ha sido citado como un ejemplo de cómo enfrentar de manera frontal a las pandillas. Sin embargo, expertos señalan que el éxito a largo plazo dependerá de la sostenibilidad del modelo, la institucionalidad y la reinserción social de las comunidades más afectadas.
Perspectivas a futuro
El presidente Bukele ha manifestado que su compromiso es mantener y profundizar las políticas de seguridad que han permitido este resultado. El objetivo, según explicó, no es únicamente reducir la violencia de manera coyuntural, sino consolidar un nuevo modelo de convivencia en el que la criminalidad organizada no tenga cabida.
Asimismo, el gobierno proyecta continuar con inversiones en educación, salud y programas sociales, con la idea de fortalecer las oportunidades de desarrollo económico y social en territorios que antes estuvieron bajo control de las pandillas.
Los 1.000 días sin homicidios, aunque celebrados por el oficialismo, constituyen también un punto de reflexión sobre los desafíos pendientes: la necesidad de respetar las garantías constitucionales, la reintegración de quienes han salido de estructuras criminales y la consolidación de un sistema de justicia confiable y eficiente.
Conclusión
El anuncio de Bukele representa un acontecimiento histórico para El Salvador, un país que durante años fue catalogado como uno de los más violentos del planeta. Alcanzar 1.000 días sin homicidios marca un cambio profundo en la realidad de millones de ciudadanos, aunque al mismo tiempo abre un debate sobre los límites del poder estatal y el respeto a los derechos humanos.
Con este logro, El Salvador proyecta una nueva imagen al mundo, mostrando que la violencia puede ser contenida con políticas firmes, aunque el reto de construir una paz sostenible y justa permanece vigente.