La escalada de alertas militares en Venezuela, impulsada por Nicolás Maduro ante supuestos riesgos de agresión externa, contrasta con la rutina diaria de los ciudadanos, que priorizan sobrevivir en medio de la crisis económica.
Maduro y la máxima alerta: un mensaje de control
Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciaba un ataque a una embarcación venezolana supuestamente cargada de drogas, Nicolás Maduro aparecía en televisión con un tono distendido, evocando sus inicios políticos en El Valle, Caracas. El mandatario buscó transmitir control absoluto sobre su Gobierno y advertir que, ante cualquier agresión, los chavistas se declararían “en lucha armada”.
El oficialismo, con su enfoque cívico-militar y referencias guevaristas, refuerza la narrativa de una defensa férrea frente a la Casa Blanca.
Operativos y presencia militar en las calles
El Gobierno ha incrementado la visibilidad de sus operativos antinarcóticos en los estados fronterizos de Zulia, Táchira y Amazonas, a través de la televisión estatal. Patrullajes policiales y militares se extienden por barriadas populares, mientras jornadas de reclutamiento de civiles, cargadas de consignas nacionalistas, buscan reforzar la militancia chavista.
Imágenes de próceres y figuras emblemáticas recreadas con inteligencia artificial llaman al alistamiento, aunque la respuesta ciudadana ha sido moderada, con apenas cientos de personas participando.
La vida cotidiana por encima de la amenaza
En las calles, los venezolanos priorizan sus necesidades inmediatas sobre escenarios bélicos hipotéticos. Muchos consideran que las amenazas externas son parte de un “cuento repetido”. Alfonso Ramos, abogado, comenta: “Al final, estoy seguro de que no va a pasar nada. Esto lo hemos vivido antes”.
Para otros, como Jesús, mototaxista, la preocupación principal sigue siendo trabajar para comer: “Nosotros tenemos rato oyendo el mismo cuento, que si viene el cambio, o vienen los gringos”.
Opinión pública y escepticismo
Las tensiones políticas también generan divisiones en la oposición. Henrique Capriles ha sido criticado por sus declaraciones escépticas sobre operaciones militares y sobre el Cartel de los Soles. Ciudadanos como Juan Pablo Jiménez, técnico en electrónica, dudan que se produzca un cambio político inminente: “Aquí quedaron muchas dudas”.
El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, reafirma la postura oficial: cualquier ataque sería respondido con fuerza, mientras Estados Unidos sería visto como un actor agresor con intereses continentales.
Miedo y vigilancia en la sociedad
La narrativa oficial sobre la defensa de “la patria de Bolívar” tiene resonancia en algunos sectores, aunque el temor a represalias limita la libertad de expresión. Giovani González, electricista, señala: “Ahora aquí no se puede estar diciendo nada porque te pueden meter preso. Hay mucho miedo”.
Conclusión
En Venezuela, la alarma política y militar contrasta con la indiferencia práctica de la población ante la posibilidad de una invasión. Mientras Maduro refuerza su control y prepara escenarios de confrontación, los ciudadanos viven centrados en la supervivencia diaria, con una mezcla de escepticismo, resignación y temor. La brecha entre la narrativa gubernamental y la realidad cotidiana se amplía, dejando claro que, por ahora, la vida continúa a su ritmo, lejos de los escenarios bélicos que proyecta el oficialismo.