La madrugada del domingo 31 de agosto. Según testigos, antes de ingresar al domicilio, el presunto objetivo del ataque gritó desesperado: “¡Vienen por mí, estoy piteado!”. Minutos después, dos familiares murieron y tres personas resultaron heridas.
Las víctimas mortales fueron identificadas como Pedro Heriberto Rodríguez Preciado, de 51 años, y Jhon Eduardo Moreno Martínez, de 40. Las autoridades confirmaron que ninguno tenía antecedentes penales. La celebración, que había comenzado la noche del sábado, se vio abruptamente interrumpida por el ataque armado.
Ataque coordinado desde motocicletas
De acuerdo con la Policía Nacional, cuatro sujetos llegaron al lugar en dos motocicletas y dispararon múltiples veces hacia el interior de la vivienda. “Los tiros fueron efectuados desde las ventanas de vidrio, sin ingresar a la vivienda”, informó una fuente policial.
En el sitio se recolectaron 15 vainas percutidas calibre 9 milímetros, y aún se podían observar los agujeros de bala en paredes, puertas y ventanas la mañana siguiente. Entre los heridos se encuentran un hombre y tres mujeres, incluida una adulta mayor. La cumpleañera también sufrió heridas durante el ataque.
Contexto de violencia y disputas entre bandas
Las autoridades indicaron que el sur de Guayaquil, y específicamente este sector, se encuentra en disputa entre grupos armados organizados que buscan controlar el expendio de drogas. Esta pugna sería el móvil principal detrás del ataque, que forma parte de un aumento de la violencia en la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), que hasta el 1 de septiembre registraba 2.166 crímenes en 2025.
El distrito Sur suma ya 193 crímenes en lo que va del año, reflejando la creciente inseguridad que afecta a las familias y comunidades del sector.
Testimonios y reacción de los vecinos
Los vecinos relatan escenas de pánico y desesperación: varias personas se refugiaron detrás de cocinas y camas para protegerse de los disparos. “No podemos dormir tranquilos”, expresaron algunos habitantes del sector, evidenciando el miedo y la angustia que ha dejado el ataque.
Conclusión
El atentado en Guayaquil demuestra la escalada de violencia relacionada con disputas de bandas criminales en sectores urbanos densamente poblados. La combinación de celebraciones familiares y presencia de grupos armados ha dejado una huella de miedo y tragedia, que evidencia la urgencia de fortalecer la seguridad ciudadana y la intervención policial en zonas críticas.