Quito y Guayaquil han dado un paso significativo en la gestión de residuos especiales al implementar los primeros sistemas estructurados para la recolección de medicamentos caducados. Esta iniciativa de gestión ambiental busca mitigar el grave riesgo sanitario y ecológico que representa la disposición inadecuada de fármacos en la basura común, los inodoros o el desagüe.
El principal problema de desechar medicamentos vencidos de forma convencional radica en su composición química. Al llegar a rellenos sanitarios o sistemas de alcantarillado, los principios activos de estos fármacos (como antibióticos, hormonas o analgésicos) pueden filtrarse en el suelo y el agua. Esto no solo contamina los ecosistemas, sino que también tiene un impacto directo en la salud pública, contribuyendo, por ejemplo, al desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos en el ambiente. La instalación de contenedores especiales es el eje central de este nuevo sistema. Estos puntos de recolección están siendo ubicados estratégicamente en farmacias, centros de salud y puntos clave de alta afluencia en ambas ciudades.
En ambas ciudades, la iniciativa se está llevando a cabo en colaboración con el sector farmacéutico y empresas de gestión de residuos. El proceso es claro: una vez que el ciudadano deposita el medicamento caducado en el contenedor, este es recolectado y transportado por gestores ambientales autorizados. El destino final de estos residuos es la destrucción segura y controlada, generalmente mediante procesos de incineración de alta temperatura que garantizan la desactivación de los componentes químicos peligrosos, cumpliendo con las normativas ambientales nacionales e internacionales. La campaña de sensibilización ciudadana es un componente fundamental para el éxito del programa, educando a la población sobre la importancia de separar estos residuos peligrosos del resto de la basura doméstica. Se enfatiza la necesidad de desechar no solo pastillas y jarabes, sino también envases, inyectables y aerosoles médicos. Este esfuerzo binario de las dos ciudades más grandes del país establece un precedente vital para el resto de los municipios en Ecuador, marcando una ruta hacia una gestión de residuos más responsable y sostenible.